No faltaban motivos para que la diva de los ojos violetas, Elizabeth Taylor, se dejase ver por la costa croata; eran los años en que su eterno rival amatorio, Richard Burton, interpretaba a un mejorado Josep Broz en “Sutjeska”, la cinta de 1973 de Stipe Delić. Todo por un supuesto parecido entre los dos uniformados, el yugoslavo y el británico en su interpretación de “Where Eagles dare”. A la Taylor le ofrecieron un papel secundario en “Sutjeska” como enfermera partisana, caída en el fragor de la batalla tras amputarle ambas piernas, pero Burton consideró con buen criterio que ella no encajaba en ese rol. Costó mucho que Tito diera su autorización para que se recreara su gesta en la gran pantalla o eso vendieron, pese a que en declaraciones al Sydney Morning Herald la versión de cómo llegó a manos de Burton la propuesta es muy distinta. Tal vez por la procedencia del encargo el británico estuvo tan tenaz a la hora de pedirle al mariscal su pipa para el rodaje.
En sus Memorias, el actor británico antes de emprender viaje a Yugoslavia y por la insistencia de los telegramas desde Sarajevo muestra su temor por lo que podría esperarle al bajar del avión. A su llegada nada que temer, sólo la habitual poca originalidad de los periodistas: “¿Qué se siente al meterse en la piel de un gran hombre?, ¿Qué sabe de Tito?...” y una mujerona, la esposa del mandatario, “con aspecto de campesina” en sus propias palabras. Burton se las ingenió para que su papel en la película adquiriera el lustre suficiente, cuando le preguntaron qué opinaba del guión, porque temía tener que mantener la mirada fija en el horizonte con aspecto de gran estadista y poco más. Desde luego, el retrato que Burton hace de Tito no tiene desperdicio; describe a un hombre de cortas extremidades del que nunca supo muy bien el color de sus ojos, ocultos tras sus gafas, aunque sí le sonsacó su visión de Stalin al que dijo admirar como político, pero no como hombre. Lectura aparte merece el recorrido de safari que Elizabeth y él padecieron en Brijuni gracias, entre otras razones a las habilidades como conductor de Josip. La recompensa llegaría con el estruendoso recibimiento de unas 6.000 personas que se dejaron las manos aplaudiendo a esa mujer de "vagar erótico" que dijera el Vaticano, una emocionada Elizabeth Taylor en el coliseo de Pula, tan o más caluroso que el otorgado al mariscal y la “atmósfera de terror” que lo rodeaba según Burton.
De ese terror orquestado en el que todo debía controlarse al milímetro formaba parte el visionado de las películas, para comprobar que todo estaba a su gusto, antes de proyectarlas al público. El mariscal disfrutaba de las cintas en una residencia de verano tan extravagante como la de Brijuni –aunque sin aire acondicionado como recuerda Burton-, donde al modo de Franco en “Raza” daba rienda suelta a sus ambiciones como cineasta, dando su experta opinión sobre ellas a Leka, el proyeccionista, a la sazón, jurado del festival por el que se pasearon en su época como Festival de Cine de Yugoslavia figuras de renombre internacional como Sofía Loren, Sam Peckinpah, Yul Brynner u Orson Welles que también dejó ver su palmito por Pula tras dar vida al desalmado J.P. Morgan en The Secret of Nikola Tesla (Tajna Nikole Tesle), el mismo que dejó desamparado al inventor cuando éste no quiso someterse a los designios de un capitalismo que ya se revelaba voraz. Un Welles al que algunos acusan de ser el último sicofante del gerifalte balcánico.
Y en 2013...
Pero dejemos los años dorados del festival de cine más antiguo del mundo. No es que el certamen se remonte al siglo I, en que Vespasiano erigió el anfiteatro romano de Pula, Croacia, pero son ya 60 las ediciones de este festival que a punto estuvo de sucumbir tras el bache de la guerra de los 90. Quizá por eso la celebración del sesenta aniversario, aparte de con un nutrido programa de 24 películas dentro de la sección nacional se conmemora con una pieza para los coleccionistas de sellos, la diseñada por el artista de Split, Tomislav Vlainic con un valor nominal de 3,10 kunas y del que se ha hecho una edición limitada de 100.000 unidades.
La edición de este año que concluirá el próximo 27 de julio se abre con la comedia croata de Dalibor Matanić, Handymen (Majstori), que se proyectará en el Arena el día 20 sobre un peculiar cuadrángulo amoroso con Anita Ćurković, Nikša Butijer y Goran Bogdan en sus papeles protagonistas. Al día siguiente podrá verse Vis-a-Vis, otro título de Nevio Marasović y The Priest's Children (Svećenikova djeca) de Vinko Brešan: la historia de un cura, Don Fabijan, demasiado interesado en que sus feligreses sigan a rajatabla aquello de "creced y multiplicaos" y que está dispuesto incluso a pinchar los preservativos para conseguir su propósito. Una sátira que sería más divertida aún si no hubiera titulares de prensa que refrendan la existencia de sacerdotes con pretensiones más que semejantes. Ya el 22 de julio se exhibirá The Mysterious Boy (Zagonetni dječak), un éxito de taquilla de aventuras para adolescentes dirigida por Dražen Žarković y secuela de Koko and the ghosts.
Simon Magus (Simon Čudotvorac) de Petar Orešković, cuenta con ingredientes suficientes para divertir a los amantes de la comedia negra, un cadáver, un ama dominatrix, y un ex-novio entregado a la mujer de sus sueños. Podrán verla el próximo 23 de julio, también en el Arena, que acogerá el día 24 la coproducción croata-bosnia A stranger (Obrana i zaštita), firmada por Bobo Jelčić, sobre ese puente metafórico que sigue dividiendo a las comunidades musulmana y católica que conviven en Mostar tras esa paz nunca real. Dario Pleić ataca el género del thriller con Not All About The Money (Nije sve u lovi), mientras Robert Orhel da el protagonismo a dos mujeres embarazadas cuyas vidas se entrecruzan en el drama One Shot (Hitac) que se proyectará el 25 de julio, un día antes de que el Arena cierre sus puertas con Cowboys (Kauboji) del director Tomislav Mršić, una comedia sobre los riesgos de poner sobre el escenario una obra teatral con actores amateurs que no terminan por distinguir realidad de ficción y Hush (Šuti) de Lukas Nola, un drama real con tintes oscuros de thriller sobre la imposibilidad de romper la violencia de un entorno familiar disfuncional. Si quieren consultar el resto de la programación pueden hacerlo en la página del Festival.
Os dejamos con un video que muestra lo que podéis encontrar si os acercáis por Pula estos días
Enlaces de interés:
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