¿Se ha preguntado alguna vez por qué los árboles, los bolsos y la 
      indumentaria de los búlgaros se adornan en marzo con muñecos y cordeles 
      rojos y blancos, mientras le saludan al grito de "Chestita Baba 
      Marta!"? ¿Acaso es fruto de algún acuerdo comercial con empresas 
      peruanas o polacas? Si pasan al inicio de la primavera por cualquier 
      ciudad búlgara, es más que probable que se encuentren con un puñado. No 
      se detenga a desatarlos para conseguir el suyo, al pie de este texto 
      verá que su elaboración es cosa de niños y que los materiales son 
      asequibles a cualquier bolsillo. Ni siquiera le resultarán costosos en 
      cuanto a gastos de inventiva, ya que no hace falta saber manejar la 
      aguja de ganchillo: el patrón es clásico, pero efectivo, pues estos 
      muñecos de lana, seda o algodón -aunque ahora las hagan hasta de 
      plástico y metal- dispensan al que los lleva encima felicidad, salud, 
      longevidad y toda la abundancia que se sobreentiende a la temporada 
      primaveral. En su momento sólo las doncellas podían adornarse con las 
      martenitsas que también podían pender de las ramas de cualquier árbol, 
      excepto de un avellano y se suponía que los mayores benefactores de sus 
      dones eran los niños, las parejas que acababan de iniciar sus romances, 
      las mujeres anhelantes de fertilidad (mucho más barato que recurrir al 
      IVI) o el árbol recién plantado por el vigor que concedía el amuleto. La 
      requisitoria pagana se complica si lo que se pretende es emplear la 
      martenitsa como predictor del futuro, porque en ese caso hay que 
      enterrarla bajo una piedra y observar al día siguiente el tipo de 
      criatura animal que encontramos: si se trata de una araña, mejor no 
      seguir preguntando, pero si descubrimos un gusano o una hormiga, la 
      suerte estará con nosotros con mayor o menor esfuerzo.
    
El origen de esta tradición dicen que se remonta a la figura de mítica del rey Koubrat, o más sencillamente a la creación del reino de Bulgaria en 681. Otras versiones menos políticamente correctas desde la perspectiva de género sugieren que el mes de marzo, de donde toma el nombre la martenitsa, se caracteriza por su inestabilidad climatológica, pues como una mujer luce por la mañana y te estropea la tarde llorando. No obstante, preferimos pensar que la Baba Marta (баба Марта) del imaginario popular es una diosa venerable y bondadosa o malhumorada, si se encuentra con los ancianos del lugar, al modo de la Demeter griega, pues se complace en la belleza en flor y que sus reminiscencias se remontan a la época tracia. A los chiquillos les entusiasma la anciana, si no fuera porque los últimos días de febrero hay que acondicionar las casas para alejar los malos espíritus invernales y más de uno seguro que lo conserva, aunque está indicado que ha de retirarse en cuanto se observe algún signo de floración o el vuelo de aves migratorias como las cigueñas o golondrinas anunciando el buen tiempo.
En cuanto a los colores de estos ídolos de lana, el rojo y el blanco son obligatorios ¿y por qué no el verde de la bandera búlgara? Seguro que si ha viajado al país habrá visto incluso maternitsas de color amarillo o azul o rosa, pero lo normativo según la tradición es que los tonos dominantes sean al menos el rojo, representando la virilidad de ellos y el blanco de la pureza de ellas, fusionados para reforzar esa armonía tan oriental del yin y el yan. Además, verá a poco despierto que sea que los modelos no son unisex, pues las martenitsas pueden llevar la clásica falda femenina o pantalón masculino, o más o menos, porque solamente nos referimos a la disposición de las hebras de fibra según estén o no unidas..., pero ya lo entenderá cuando vea el tutorial.
Podríamos explicar paso a paso cómo confeccionar a Pizho y a Penda (Пижо и Пенда), pero para eso están ya los videos en internet donde podrá aprender detalladamente cómo adornarse con estos amuletos lanudos de la prosperidad.
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