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  Sociopolítica   Balcanes 15/03/2013

Raíces, cultura e identidad. Los peligros de una Europa étnica

Autor: Matteo Zola

Raíces, cultura, identidad. Maldiciones de nuestro tiempo, apalancado en el presente. Maldiciones que generan monstruos y que puede producir, a medio plazo, consecuencias muy graves para los destinos de Europa. Europa es un continente en crisis, es verdad, pero la crisis no es sólo económica. Se trata de una crisis moral, política y hasta una crisis de pensamiento: económico, social y filosófico. En este contexto el radicalismo y el populismo encuentran terreno fértil. El surgimiento de un nuevo sentimiento nacionalista, que en nada difiere al del siglo pasado, produce tensiones desintegradoras no sólo en la Unión Europea, sino también dentro de los Estaod miembros, cada vez más presos del etnonacionalismo o etno-regionalismo que hunde sus raíces en el resbaladizo terreno de la identidad: la exclusiva, biológicamente pura, que se une a una tradición histórica o religiosa a menudo reinventada, con tendencias racistas.

Una palabra sobre todo hoy en día se convierte en blasfemia: etnia. De una manera diferente a como se ha empleado en los dos últimos siglos, cuando era sinónimo de "nación imperfecta", la etnia hoy se afirma como un término a-valorativo: ni bueno, ni malo. De hecho, el término implica dos significados útiles para los que pretenden estigmatizar la diversidad, como para quienes pretenden exaltarla o reivindicarla. El uso más popular hoy en día del término es político, donde la pretensión de etnicidad responde a un patrón ideológico que busca la autenticidad como su fin inmediato.

Lo auténtico es en realidad "nativo" y "primordial", ligado a la tradición: se reivindica así la propia "autenticidad" étnica, la propia "cultura auténtica", siempre perdida y pura. La idea de pérdida, de separación de sus orígenes ideales supone una posible recuperación de los mismos y se constituye en tema recurrente de la ideología política de nuestro tiempo.

La autenticidad es un concepto que sirve para proteger, en el imaginario colectivo, del cambio. Expresa una búsqueda y una necesidad de estabilidad y orden frente a los desafíos de un mundo anónimo y masificado. Según el etnólogo Marc Augé la búsquedad de la autenticidad se debe "a un sentimiento de consternación largamente compartido mediante la espectacular invasión del Capital anónimo*". El hombre "medio" en definitiva, frente a la masificación de la vida social y su anonimato, busca refugio en un imposible "regreso a los orígenes" que no tiene nada que ver con el pasado. El "retorno a lo auténtico" en realidad es el resultado de la modernidad.

Fundamentalismo político y religioso son resultados inmediatos de la ideología política que promueve el retorno a los orígenes perdidos. Lo que era en un inicio búsqueda de las raíces se convierte así en radicalismo. Y esto se aplica también al fundamentalismo religioso (el deseo de volver a la educación "primitiva" frente a la desorientación que propician modelos culturales y económicos anónimos) y político. Este regurgitado de arcaísmo es en realidad un mordisco amargo de la modernidad. Y si algunas actitudes pueden ser espontáneas, muchas son auspiciadas por movimientos políticos que han canalizado esta sensación a través del constante recordatorio de una concepción abstracta de la cultura, pensada como algo inmutable y granítico, ajeno a cualquier proceso dinámico y evolutivo, tan sólo sujeto a las contaminaciones e influencias negativas que provienen del otro.

Y el otro hoy es el extranjero, o la persona que se supone que es extranjera: el vecino, en Tuzla, tal vez su abuelo era musulmán, croata quizás, en todo caso ese vecino no es un serbio. El vecino queda convertido en un ser "etnizado". Se convierte en el enemigo. Una idea similar de diversidad puede conducir a la limpieza étnica de personas próximas. Preservar a nuestras sociedades de la uniformidad y la monotonía es necesario, como aseguraba Claude Lévi-Strauss, pero eso no significa exclusión. Muy al contrario del cambio, la diversidad, podemos esperar el más alto grado de generosidad y tolerancia, conscientes de que cada diferencia no es el resultado de una ruptura, sino de la continuidad. Lo que hoy cabalga a lomos del populismo europeo es el sueño prohibido de la destrucción, la voluptuosidad del abismo, sólo para legitimar nuevas élites políticas, depredadoras y ávidas de riqueza, hambrientas de poder.

Una sociedad que se (re)produce en etnias, antropológicamente alberga siempre la semilla del conflicto. Y la carrera por la identidad étnica que muchos están corriendo en Europa, siguiendo la propaganda política de este o aquel partido "identitario", es una carrera hacia las armas. Y ya se sabe que las armas se hacen para empuñarlas.

* en Génie du paganisme, Bollati Boringhieri, Torino 1982

Fuente: Artículo cedido por East Journal (© Todos los derechos reservados), traducido del original italiano.
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