Junto con Kad ja pođoh na Bembašu (la composición que inauguró este homenaje a lo Sevdah), y otros legendarios temas como Moj dilbere, Cudna jada od Mostara grada, Mostarski Dućani, Mujo kuje o U Stambolu na Bosforu, este Grana od bora forma parte de la lista de piezas populares más conocidas y versionadas del devenir histórico de la sevdalinka. Resulta harto complicado encontrar artista que no las haya revisado.
En este caso nos hallamos ante Mirko Rondović, un montenegrino nacido en el municipio de Pljevlja, con pinta de gerente de empresa, más que nada, porque se graduó en la Escuela de Comercio Exterior de Belgrado, y desarrolló buena parte de su carrera profesional en la editora del diario Politika, donde llevó a cabo reconocidas estrategias de mercadotecnia. La capital de Yugoslavia fue, además, el lugar en que gestó su carrera musical, siendo un veinteañero, al ganar multitud de concursos, grabar y actuar para Radio Belgrado, y, finalmente, girar, en representación de su país, por festivales de medio mundo.
El bueno de Rondović acumula más de un centenar de grabaciones que repasan ritmos y melodías de su propia región, Montenegro, buena parte de Bosnia-Herzegovina, Macedonia e, incluso, la zona del Sandžak, un ente repartido entre Serbia y Montenegro, distrito administrativo en tiempos del Imperio Otomano, y en el que hoy en día conviven varias etnias, algunas de ellas (bosníacas y albanesas), reclamando un mayor grado de autonomía.
Otra producción RTB
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Arreglado, pero informal
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De entre las decenas de revisiones del clásico Grana od bora hemos optado por la de Mirko, sobre todo, porque encierra un sabor especial: el de las adaptaciones y arreglos de principios de los 80, que trataron de modernizar los sonidos tradicionales, en muchos casos, con no demasiada suerte. En esta ocasión, hemos de reconocer que la puesta al día de esta pieza, en la que también participó nuestro protagonista, no deja de ser tan depurada como elegante, a partir del buen hacer y la profesionalidad de la orquesta de Aleksandar Todorović Krnjevac. Una base de percusión arropa un contundente muro de sonido compuesto por instrumentos de todo tipo (acordeón, vientos, cuerdas…), consolidados en firmes coros y un ritmo oriental constante en el que Rondović, con su academicismo habitual, se mueve como pez en el agua, hasta desembocar en una recta final contundente y seca.
En cuanto a la letra, la primera frase, que incluye el título, podría ser traducida como Ramas de pino cayeron al mar. Volvemos a toparnos con el clásico juego de palabras y los dobles sentidos. Quien interpreta pide a la camarera que traiga vino. Ésta le replica que no puede; que el frío rocío lo impregna todo y ella está descalza. A partir de aquí, sigue el diálogo: que si ponte los zuecos, que si ojalá Dios me ayudara a comprarme unos…
Como avanzábamos, las interpretaciones de Grana od bora, además de incontables son variadas. Al igual que ocurre con otras muchas piezas del cancionero Sevdah, también en este caso nos encontramos ante variaciones en lo que a la letra se refiere. Sin ir más lejos, revisiones de Safet Isović o Nada Mamula, en lugar de partir del Grana od bora, pala do mora / Oj Marice, mlada krčmarice, donesi vina, lo hacen del Grana od bora, pala kraj mora / Hej Marice, mlada krcmarice, daj mi vina daj.
Nosotros hemos optado por destacar, además de la versión de Mirko, la cadenciosa y más orientalizada del propio Safet, la más convencional de Hanka Paldum, la pausada y trabajadísima de Mostar Sevdah Reunion, o la mucho más vanguardista y jazzística del siempre recomendable Bojan Z, grabada en los 90. Algunos años después, este músico serbio unió sus fuerzas a las de Amira Medunjanin en el disco Amulette (World Village, 2011), ideando una de las grabaciones más arriesgadas y revisionistas del género. Por supuesto, en la lista de temas se incluía una vuelta de tuerca, totalmente sorprendente, de nuestro Grana od bora. Todo un lujo.