CASA BALCANES
  Cultura   Albania 27/03/2013

El hombre que está detrás del éxito de Kadaré en España

Entrevista a Ramón Sánchez Lizarralde, traductor del autor albanés. Orden del Mérito Civil por su contribución al mutuo conocimiento entre Albania y España

Ramón es un cazatalentos. Durante su experiencia en la Albania de la dictadura de Hoxha supo ver la grandeza de la obra de Kadaré y sin ser traductor empezó a pelearse porque otros lo descubrieran por un compromiso ético con ese mundo. Una lucha por la que ha recibido la Medalla al Mérito en la embajada española en Tirana donde es siempre portada de los periódicos. Acaba de publicar un libro de ensayos en albanés, pero aquí sigue llamando incesante a las puertas para editar la poesía del escritor, aprovechando el empujón del premio Príncipe de Asturias.

- Después de tantos años de conocer a Kadaré, desde el 83 si no me equivoco…

- Sí, en el 83 fue la primera vez que nos encontramos, aunque yo ya sabía de él desde un poco antes.

- ¿Ha conseguido capturar el espíritu de Kadaré o necesitaría ponerle un “grillo” como en “Spiritus” para terminar de entender ciertas cosas?

- Kadaré, por decirlo de una forma un poco pedante, es un personaje un poco poliédrico, por lo que captar todo es casi imposible, porque además no ofrece con facilidad sus interioridades y su obra lo demuestra, porque constantemente trabaja con lo secreto y lo tortuoso y además cambia de registro con tremenda facilidad. Somos amigos, pero no creo que ni su propia mujer (bromea) haya sido capaz de desentrañarlo entero.

- Ella también querría ponerle un “grillo” en el abrigo…

- Me parece a mí que sí (sentencia).

- ¿Las peculiaridades del mundo y la cultura albaneses han creado especiales dificultades para su traducción al inglés?

- Yo creo que es una mezcla de factores; mi caso es un poco extraño, porque no sólo conozco la lengua, sino el país y para determinados autores no se da la coincidencia, salvo para lenguas más próximas. Una cosa es saber el idioma, y hablarlo bien y leerlo bien y otra cosa es conocer el mundo del que surge la lengua específica de un escritor determinado. La verdad es que en mi caso lo he ido conociendo bien y allí es como se aprende la lengua y a veces es bastante determinante, porque si no se pierden matices. De los que han traducido a Kadaré a otras lenguas pocos lo han hecho conociendo la realidad del país; el actual traductor al francés, Tedi Papavrami, un violinista albanés, se marchó siendo niño de Albania, en la época de Enver Hoxha. En otros casos son albaneses instalados en otros países que han aprendido la lengua. Es una variedad de situaciones bastante grande y yo creo que mi caso, en este momento sólo es semejante al de su traductor al alemán, Jochim, que es prácticamente idéntico al mío, incluso con los mismos orígenes…

- Las mismas adherencias políticas…

- Exacto. La militancia política inicial que le llevó allí como a mí, un poco antes –no le llegué a conocer allí en aquellos momentos- y luego ha continuado con ello.

- ¿Se marcha a Radio Tirana siguiendo los ecos de libertad o por una labor editorial?

- Yo siempre lo he dicho, lo que pasa es que hay verdades que aquí todavía son un poco incómodas. Fui allí voluntariamente –todo el mundo quiere ponerme de exiliado- y yo no fui allí exiliado, ¡si era el año ochenta! ¡Franco ya estaba bien muerto! Un periodista de ABC no sabía cómo calificarme, era un extraño exiliado (bromea).

- A algunos periódicos ahora, con la concesión del premio Príncipe de Asturias a Kadaré, quizá no les resulta cómodo alguien que se marcha a defender un régimen comunista como usted…

- Yo creo que ésa es la causa, al margen de que yo conozco a la mayoría personalmente -porque soy y he sido reseñista y crítico literario en El País, en El Mundo, para un montón de revistas-, incluso a conozco a bastantes miembros del jurado. Y ellos saben perfectamente de mi circunstancia, porque la he escrito en alguna ocasión –no en plan de propaganda sediciosa-. El problema es el paso a lo escrito, a lo que se hace público sin uno pronunciarse (sonríe).

- Debe ser un poco molesto, de repente intentar recuperar desde según qué diarios una figura como la suya…

- Sí, de hecho en algunas ocasiones las dificultades han sido mías o las del propio Kadaré, porque ha habido bastantes anteojeras a la hora de considerar su obra, ya que inicialmente se abrió camino entre otras razones porque se le consideraba un disidente albanés al que no conocía prácticamente nadie, desde luego no en España y en Europa sólo franceses e italianos. Y a medida que ha ido pasando el tiempo y las situaciones políticas en su país y en Europa han ido cambiando, han ido intentando adjudicarle nuevas misiones de carácter político a su literatura y a él mismo y eso a veces ha provocado tensiones fuertes y ha habido bastantes casos al respecto.

- ¿Se siente cómodo él con ese mesianismo que a veces le atribuyen?

- No corresponde en absoluto a la realidad. Hubo un momento, cuando se exilia, que quiere desempeñar una función política de acelerar la caída del régimen e inmediatamente después con el caos que siguió en Albania hasta la crisis de las pirámides financieras, él era el único interlocutor serio en el mundo, teniendo en cuenta la incuria de los políticos de su país, con el que hablaban los jefes de Estado.

- Era la única autoridad albanesa…

- Desde Madeleine Albright a Mitterrand, el presidente checo, Havel, o Boutros, era a él a quien se dirigían y le invitaban a desayunar para hablar de los Balcanes y de Albania y Kosovo. Lógicamente él, en esos momentos tan trágicos para la vida de su país, asume ese papel, y ahí es donde aparecen las presiones exteriores e interiores para que se comprometa en política.

- Para usted como militante comunista, ¿supuso un trauma darse cuenta de que lo que iba buscando no era lo que aparentaba? ¿Es una ficción aún por desentrañar en España?

- Yo he escrito ya bastante sobre esto en revistas sobre todo que me lo han permitido y queda por dilucidar, porque la mayor parte de las veces se habla con medias palabras de esto. Yo me fui consciente de que aquello no era lo que yo quería vivir al año de llegar, cuando empecé a comunicarme, a aprender suficiente albanés para saber lo que estaba pasando allí. De hecho, siendo todavía militante nos opusimos los españoles que estábamos allí a determinados comportamientos del régimen, a intentos de manipulación en nuestras propias personas. Se crearon tensiones de carácter político serias que no terminaron en la expulsión, pero estuvieron a punto.

- ¿Eso ha cambiado su opción ideológica progresista y de izquierdas?

- No, yo sigo siendo de izquierdas, lo que pasa es que ahora soy un poco un personaje que va por libre; no tengo dónde mirarme ni con qué identificarme. Lo esencial de lo que pensaba y lo que creía en aquella época lo sigo pensando. Lo que sí que sé es que en nombre de eso se han hecho tantas barbaridades que pasarán bastantes décadas antes de que sea posible reconstruir las cenizas.

- El propio Kadaré que muchas veces ha sido reivindicado por la derecha más ultramontana se siente a gusto con esa adscripción política que hacen de él.

- Teniendo en cuenta toda esta experiencia a la que me estoy refiriendo en su país todavía aún ha sido peor que fuera, sobre todo en los últimos quince años y él ya está acostumbrado. Ya sabe que es un personaje público, que es el representante, icono de Albania y los albaneses y lo ha asumido cuando ha querido para defender a los kosovares o ese tipo de cosas y ahora lo que hace es quedarse al margen. De vez en cuando ha tenido episodios absolutamente molestos, porque han intentado mezclar a su familia en historias tremendas con los asuntos de siempre -los archivos secretos- para deteriorar su influencia. Él ahora está mucho más sosegado y tranquilo y el premio Príncipe de Asturias contribuye a ello, a que se le considere menos en función de su posicionamiento político en cada caso y se le valore principalmente por lo que ha escrito, por lo que es él, porque él lo que quiere ser es un escritor y naturalmente se encuentra con una realidad y de alguna manera la tiene que contar.

- ¿Podría ser definido como un hombre de izquierdas en la dictadura equivocada?

- Ahora no. Es difícil esto ubicarlo. Él se educa en el régimen aquel y pasa muchos años en un período –lo ha contado alguna vez- en el que ni siquiera existía la perspectiva de que aquello –el campo socialista, la URSS, China…- se hundiera.

- Desaparecido el comunismo se puede ver en la distancia que las plasmaciones concretas de la ideología en cada país no tenían nada que ver con la teoría…

- Ése es mi punto de vista.

- Después de su experiencia ¿volvería a irse a Albania?

- Así es. Yo soy plenamente consciente de que para mí ha sido enormemente creativo y estupenda la experiencia de conocer profundamente a otro pueblo con otra lengua. Hace poco he estado en Albania porque me dieron la Medalla al Mérito en la embajada española y allí estaban los expresidentes de la República albanesa, ministros del Gobierno… Allí yo soy portada de los periódicos cuando voy, es decir, ha habido períodos en que no era así, pero ahora yo soy admitido como alguien de allí. De hecho se ha publicado un libro mío de ensayos sobre ellos en albanés.

- ¿Y le admiten como uno de los suyos, porque una cosa es ser el traductor de su mayor icono y otra que le acepten como un valor literario en su lengua?

- Bueno, me han dado hasta premios y me colocan sobre todo –y en eso se pasan un poco- como juez de su literatura. Y por eso todas las entrevistas que me hacen cuando voy son buscando al español que tiene una visión –la que ellos creen que yo tengo- un poco privilegiada para juzgar el ambiente de la literatura albanesa ahora…

- En alguna ocasión mencionaba que no existe ningún diccionario de albanés-español riguroso…

- Ahora ya no es verdad…, aunque riguroso sigue sin haberlo.

- Comentaba que los futuros intentos tendrían que hacerse a partir de las traducciones…

- No digo que el procedimiento sea ése, pero sí que hay que tener en cuenta esa experiencia, porque sí es la primera vez que sucede. En eso he tenido que ser pionero en ese verter la lengua albanesa en el español, no así al revés, porque eso ya se empezó a hacer a principios del siglo XX: ellos han traducido muchos autores españoles y ese trabajo ya estaba en parte hecho, y de él me aproveché en gran parte cuando empecé. Cuando consideramos por ejemplo, lo que es un diccionario de francés-español o de italiano-español, estas dos lenguas se han ido desarrollando incluso de forma paralela a lo largo de más de mil años y por tanto no es comparable la situación. En este caso, lo han dejado en manos exclusivamente de filólogos con un conocimiento deficiente, bien del albanés, bien del español que han hecho un trabajo malo.

- Ha hablado de la literalidad filológica que no consigue recrear ese mundo interior de personajes, esa interioridad e incluso comentaba que había autores menos lúcidos que los traductores. ¿Cómo es Kadaré a la hora de autoevaluarse y leer esas traducciones que se hacen de él?

- Kadaré nunca ha interferido para nada, jamás. También hay colegas a los que les encanta consultar con los autores a los que traducen, cuando tienen alguna dificultad o algún matiz. Yo, rarísimamente reviso con él y prefiero consultar con otros escritores albaneses.

- Al principio le costó defender su grandeza como escritor…, porque al inicio sólo Mario Muchnik y poca gente más fue consciente de lo que tenían entre manos...

- Eso es lo que te decía de las anteojeras, de mirar como una misión política la de ofrecer a Kadaré ese sitio literariamente hablando y no como el autor de una obra de lo mejor de la segunda mitad del siglo XX y sobre todo a medida que empezaron a ver los altibajos y las misiones que los demás adjudicaban a su obra. Ha habido muchos ambientes literarios y editoriales que continuaron editando a Kadaré un poco a rastras y porque yo estaba ahí apretando constantemente.

- ¿Con la perspectiva del tiempo sus primeras traducciones siguen siendo defendibles?

- Sí, pero también perfeccionables como de hecho estoy haciendo. Esta colección de bolsillo de Alianza está recuperando algunas de las primeras que hice y ya las he ido puliendo como es lógico. Ahora no sólo conozco mejor a Kadaré y la lengua albanesa, sino que también conozco mejor mi propia lengua.

- ¿Se lo planteó más como una forma de supervivencia o existía ese compromiso ético y literario al darse cuenta de la valía del autor?

- Al principio no tenía ni la menor idea de que pudiera llegar a vivir de eso, era un imperativo de carácter ético para mí contribuir al conocimiento aquí de aquel mundo, por encima de cualquier otra consideración, aparte de mi inclinación a la literatura que lo hacía posible. Y ha sido luego, después de treinta libros de Kadaré y otros quince o más de otros y cuentos populares…, ningún traductor vive sólo de la traducción, salvo cuatro, pero digamos que sobrevivo como es debido.

- ¿La obra de Hoxha sería también perdurable?

- No, Enver Hoxha era un personaje bastante culto, muy perverso, un déspota, pero refinado para el país del que sale y tenía aspiraciones; a él le hubiera gustado destacar en todo y también en la literatura, pero no llegaba. No hay nada perdurable en su obra, nada más que la información que proporciona en alguno de sus libros.

- Un dictador podría ser un literato mediocre…

- Claro, pero para que la literatura sea perdurable hay un ingrediente que es imprescindible y es la veracidad, además de la calidad, pero lo que le falta por completo a la obra de Hoxha es la veracidad. Son todo escritos instrumentales para el ejercicio del poder y por tanto sin ningún compromiso con la verdad.

- Otra de las dificultades de traducir a Kadaré es su afición de crear términos nuevos y los dos modos verbales albaneses...

- El modo desiderativo es más complicado, porque se declina en presente, pasado y futuro y en una palabra con cualquier acción se puede expresar el deseo de que ocurra o no algo, es decir, es común para insultar o bendecir y es terrible, porque en presente aún el español tiene algo parecido, pero usarlo en pasado o en futuro es casi hacer encaje de bolillos en una frase.

- ¿Al revisar alguna de sus traducciones primeras se ha reído de las soluciones que dio a esa sutil ironía del autor?

- No, en esa dirección no están las cosas revisables, sino la tendencia que tiene todo literato cuando a empieza a ser un poco pedante, a buscar palabras que parecen más literarias que otras cuando eso es mentira. Es más eso lo que he revisado y también la presión que recibí, porque el mundo literario francés al que se incorporó Kadaré, el tono en que está traducido es mucho más retórico y más formalista que el nuestro y eso presionaba sobre mí, entre otras cosas por las condiciones en que se editaba su obra, sobre todo mientras duró el régimen. La editorial francesa tenía los derechos universales y en todos los contratos, aunque yo tradujera lógicamente del albanés se decía que la versión que mandaba era la francesa y entonces había mucha presión a la hora de corregir o comparar se usaba la traducción francesa para juzgar la mía y eso también me presionó en las soluciones que daba a los problemas. A mi juicio en castellano hay más posibilidades para resolver esta clase de cuestiones de matiz de la lengua albanesa, pero que son las que a veces también dan el interés al relato, entre otras cosas, porque una de las extrañas proximidades es que el albanés tiene el influjo de quinientos años del mundo musulmán a través del imperio otomano, independientemente de las creencias y nosotros también. En nuestra lengua están incorporados un montón de términos de herencia árabe y en albanés cuando puedes usar una palabra de raíz vieja albanesa, turca o árabe a través del turco estás dando un matiz y no es lo mismo que usar la palabra románica.

- Kadaré es muy tajante, pero lírico… ¿con el tiempo ha ido ganando en huir de la grandilocuencia de esas traducciones que comentaba y dejar tan sólo su adjetivación en momentos como el del hombre fusilado delante de una pintada en “Noviembre de una capital”?

- Sí, primero, porque he ganado libertad y seguridad en mi criterio. No hacen falta los adjetivos, hay que contar únicamente la acción y en eso Kadaré es sobrio y parco y eso es lo que se necesita en ese caso. Es el contraste entre la tragedia absurda e incomprensible y sinsentido y luego los elementos de los personajes subjetivos que con sus complejidades andan por su cabeza dando vueltas que esa rivalidad liquida, machaca y todo lo que sea añadirle ahí florituras es desviar al lector de la esencia de las cosas. Además Kadaré utiliza mucho el contraste a veces entre un lirismo finísimo que suele durar poco y la contundencia de los hechos brutales.

- Ha dicho que como autor es lacónico…

- Sí, él tiende al laconismo como Cervantes, como todos los grandes escritores (se ríe), porque el problema es contar las cosas, no encubrirlas y lo difícil es encontrar el lenguaje para hacerlo. Kadaré se ha ido también perfeccionando y sus últimos libros son, desde el punto de vista de la lengua algo fabuloso y el último que he traducido, “Cuestión de locura” es perfecto, sin frases largas que él usaba en otros momentos. Son las modas y los usos de la literatura, pero ahora es de una contundencia y cada palabra está en su sitio, es ésa y no hay otra, el calificativo es el perfecto y eso hay que trasladarlo y encontrarle solución para que suene como debe sonar y si lo consigues te da una satisfacción muy grande.

- (Mientras habla le brillan los ojos) ¿Después de tantos años sigue haciendo esos felices descubrimientos o la mecánica le puede?

- Sí, te das cuenta de que estás delante de una gran obra. Es una discusión que hemos tenido muchas veces los colegas. Un traductor de literatura no es un mero traductor y no es por despreciar las otras actividades de traducción que yo también he ejercido, pero para traducir literatura hay que sentir la literatura, es decir, hay que tener pasión, sino no funciona, se nota cuando uno se aburre con lo que está traduciendo y no sale algo brillante y con la fuerza que debe. En eso yo soy un privilegiado, porque estoy traduciendo desde hace un montón de años a un gran escritor.

- ¿El de traductor es ese trabajo reconcentrado metido en casa que los demás nos imaginamos?

- Sí, así es. La traducción es más solitaria que la escritura misma, porque lo que son más horas para reconstruir un texto que para escribirlo, en términos generales, pero en todo caso es tan solitaria como la escritura e incluso yo diría que un poco más y ése es uno de nuestros handicaps sociales, un problema y de la profesión. Uno tiende a encerrarse y a vivir en su mundo de palabras y a relacionarse con la gente que le aporta cosas relacionadas con la lengua y demás. El asunto son los límites de eso y esos son personales. Desde luego al que no le guste la literatura que no se dedique a traducirla, porque además de que nunca lo hará suficientemente bien lo va a pasar muy mal horas y horas para obtener suficiente remuneración económica como para vivir de ello y estar siempre al límite. Hay gente que lo hace pero es muy duro y lamentable.

- ¿Ha descubierto la cara oculta de Kadaré tanto en lo personal como en lo ideológico?

- Siempre existe y de repente encuentras algo que no funciona, muchas veces. En eso soy fiel respecto a lo que dicen las palabras y las frases. Sobre todo en el período primero de la transición en el que él está sometido a muchas presiones y él mismo está reconstruyendo su mundo intelectual y se nota alguna incoherencia que desde luego ahora no creo que exista, porque sabe perfectamente lo que quiera hacer.

- ¿Cómo es él como persona?

- En eso ha cambiado, no es huraño de carácter, porque es un hombre al que le gusta el debate y la charla, pero como todos los genios es muy dictatorial y arrasador en el trato con la gente. Yo he conocido tres o cuatro genios y eran así, porque va en su visión de la realidad. Si no eres tonto y eres capaz de escuchar, aunque en cierto momento te sientas un poco molesto te das cuenta de que te aportan cosas, porque tienen una visión del mundo, de la realidad y de las personas que a ti se te han pasado.

- ¿Y sigue practicando con él la conversación?

- Siempre que puedo, claro. Tampoco nos vemos con mucha frecuencia, pero cada vez que nos vemos nos sentamos y charlamos. Por teléfono yo soy muy malo y entonces son intercambio de información más que nada. Ahora con el premio hemos hablado con frecuencia y él quiere saber lo que está pasando y yo administro los tiempos.

- Una de las polémicas para la concesión del premio Príncipe de Asturias era su condición de autor minoritario...

- Precisamente lo que más me alegra del premio, aparte de que a él le agrade, va a permitir que un público más amplio conozca a Kadaré, porque no es abstruso y se lee con relativa facilidad, lo que pasa es que no es amable, sino tremendo...

- Pero tampoco lo son las novelas de asesinos en serie que están de moda...

- Supuestamente sí, porque la gente anímica o afectivamente se incorpora a ellas, por los demonios que tenemos dentro, pero Kadaré es inquietante y lo que saca es lo que tú no sabías de ti mismo como todos los grandes escritores.

- Hablando con Jesús Ferrero sobre eso decía que son demonios que conocemos, pero que queremos tener bajo cuerda...

- Claro, por eso te sale la autodefensa cuando alguien te los saca por delante y te dices ¿qué derecho tienes tú a entrar en mis demonios?

- En temas como el de Kosovo quizá él pudo incomodar un poco a la comunidad internacional...

- Lo que ha dicho siempre, y es un hecho histórico comprobable, es que bajo el imperio turco era un territorio uniforme casi sin mezclas en el que se hablaba albanés. El país existe desde 1912 que es cuando las grandes potencias diseñan las fronteras de los Balcanes y así un pedazo de Kosovo, otro de Montenegro, otro de Grecia y otro de Macedonia quedan fuera. Ahí hubo mucha confusión por determinada política española que quería ver y todavía quiere seguir viendo una conexión entre Kosovo y el País Vasco que es una solemne tontería. Él lo que defendía era el derecho de esa gente a autogobernarse. Jamás, nunca ha pretendido la fusión de ambos territorios, consciente entre otras cosas de que aquello no contribuye a la paz. Eso ha provocado en España un montón de prejuicios al respecto, en cuanto a no reconocer la independencia que ya es un hecho y está reconocida por la mayor parte de los países europeos. Somos el único país occidental de la UE que no lo reconoce y evidentemente por razones de política interior, no es por otra causa. Por eso me alegra que le hayan dado el premio, porque impone que se le deje de castigar por su posición aquí, e incluso ha llevado a que cierto sector de la derecha más derecha española intente apropiarse de Kadaré, aunque eso sea mentira.

- Siempre se han intentado arrogar su figura... ¿eso sigue ocurriendo hoy?

- Claro, y lo que va a suceder, de eso estoy seguro, es que va a traspasar los límites a los que estaba reducido, porque se van a empezar a disolver los prejuicios, porque la gente lo va a leer por curiosidad, por el premio y van a descubrir que no tiene nada que ver con esas reservas. La literatura de Kadaré es lo que hay; habrá algún libro muy específico como el ensayo sobre Kosovo donde dice sus opiniones políticas, pero sus personajes, independientemente de lo que él piense como son veraces se desarrollan por sí mismos y sienten lo que tienen que sentir, no lo que él piensa.

- Más que un autor de personajes es un creador de ambientes asfixiantes...

- A él le interesan una serie de cosas que en su mayoría están ocultas, pero también de personajes. Si se hace un repaso hay figuras muy variadas. Sus grandes novelas, en tamaño y aspiraciones, que ahora no están disponibles, “El invierno de la gran soledad”, “El concierto” y algunas otras están plagadas de personajes y algunos de ellos son fantásticos. Se atreve, nada menos que a hacer personaje a Kruschov, a Enver Hoxha, a Mao Tse-Tung y los saca en la intimidad (se ríe), en su perversa intimidad. Le interesan esas estructuras paralelas del mundo.

- ¿Y él tiene algo de esa perversa intimidad, algún doblez?

- Dobleces he encontrado todas, porque para poder hacer eso tiene que tenerlas, pero hay una distancia muy grande entre la lucidez y los caminos tortuosos que su mente tiene para poder desentrañar a toda la gente tortuosa. Lo entiende perfectamente y por lo menos en el ámbito intelectual convive con esa clase de ser.

- Su imagen perpetua de señor mayor serio, como de los setenta, le hace poco atractivo para ser éxito de ventas. ¿Él lo sabe?

- Sí, pero lo ha corregido bastante últimamente. En España se nota menos, porque viene menos, y hace menos relaciones públicas, y siempre con ocasión de cosas duras, pero en la última década y media está mucho más relajado. Ha habido una época en que estaba sometido a mucha presión, se estaba defendiendo constantemente cuando aparecía en público. Ahora ya viste de otra manera, pero claro, él tiene una herencia en lo personal de un país como Albania, en cuanto a las moralidades, a ciertos gustos estéticos, la indumentaria y una de las cosas que más le desagrada –aunque ahora ya lo controla muy bien- es que un escritor tenga que ser también un showman. Eso le repateaba y a un periodista español que le preguntó por sus gafas lo machacó vivo (se carcajea).

- En Kadaré está el mundo griego, la épica del medievo, incluso ha usado como traductor a los clásicos españoles para ubicarlo...

- Claro, tengo que buscar en la reserva literaria, cuando vas viendo que él lo hace con el suyo. Al principio no te das cuenta o muy poco, pero al final dices, “esto me suena” y buscas y buscas. Él me obligó a hacer esto y al final es una de las cosas más remuneradoras del trabajo que he hecho. Pero no sólo él; Kadaré es el que más he trabajado, pero he hecho doce ediciones ya de “Cuentos populares albaneses”.

- El efecto Kadaré servirá de arrastre para dar a conocer a otros autores...

- Espero que sí. Tampoco hay tantos como es lógico en un país de este tamaño, pero los hay como Fatos Kongoli que es un escritor de primer nivel, Bashkim Shehu, que además es amigo mío y vive en Barcelona, e hijo del primer ministro suicidado de Albania (bromea)...

- ¿Lo suicidaron?

- El hijo tuvo muchas dudas, pero ahora dice que sí, que se suicidó, colocado ante la situación que lo colocó el jefe. “El sucesor” trata precisamente de eso.

- ¿Y en qué está ahora? ¿Una antología albanesa, una historia de la literatura?

- Eso depende de lo que levante esta situación, porque hasta ahora no ha sido posible por falta de interés de los editores que no están muy lanzados.

- ¿Ni siquiera para editar la poesía de Kadaré?

- Estoy a la espera. Tenía un contrato con una editorial mexicana para eso, Acrono, pero desapareció y no he tenido más noticias. Tengo el trabajo prácticamente hecho y ando a la búsqueda de editor. Espero que esto contribuya a que se haga. En cuanto a lo demás lo veo muy difícil. En España hay muy poca inclinación a esas cosas que sí se hacen mucho en Francia de una colección de cuentos de diferentes escritores de una determinada lengua, pero aquí eso no funciona hasta ahora. Hombre, la gente que quiera hacer algo ya sabe dónde estoy, porque ya los editores me conocen todos.

- ¿Ya no sigue siendo el único traductor de albanés?

- No, desde hace unos años está Jesús Hernández que ha traducido “El puente de tres arcos” y “El gran invierno” y ahora está traduciendo al catalán a Shehu.

- ¿Se han repartido el trabajo?

- Yo tuve más inclinación a esto y me metí mucho más a fondo y él se dedicó a otras actividades profesionales. Hata ahora no ha habido solapamiento, pero tampoco nos hemos puesto de acuerdo. También es cierto que Kadaré ahora mismo no consentiría que le tradujera nadie más que yo.

- ¿Eso es una ventaja o un inconveniente?

- A veces es un inconveniente, pero muy pocas. Generalmente yo lo he administrado bien y viene bien, porque de esa manera no tienes que andar con peleas tontas. Si no estuviera yo se estaráin haciendo crímenes como estos equipos extraños que se montan de un albanés y un español y entre los dos firman un libro, que lo están haciendo con algunas literaturas de los Balcanes también.

- ¿Y en Albania se examina su traducción?

- Justo esta primavera cuando fui a presentar mi libro allí, fui a la Universidad y estuve con los albaneses que saben español, todos vigilantes. De momento nadie se ha atrevido a meterse conmigo, pero ya saldrán, como es lógico (bromea), faltaría más. Incluso hay un proyecto de editar poesía bilingüe en español y albanés en la que entrarían a saco todos los profesores y alumnos.

- ¿Por buenos que sean los traductores siempre son un remedo de los autores como ha dicho?

- Sí, y por eso hasta aquí yo he hecho de pionero y he tomado mis decisiones, algunas muy arriesgadas como es lógico, porque estás tomando decisiones constantemente cuando no hay unas correspondencias precisas.

- ¿Y no siente arrepentimiento al modo eclesial?

- Lo que sí tienes a veces son inseguridades que son tus soluciones, porque consultar no tiene mucho sentido. Pero eso les pasa también a los traductores de Joyce; ahora mismo hay cinco versiones y todas bastante diferentes. Me he acostumbrado a una situación de soledad, pero como me ha ido bien, todo el mundo a callar. Kadaré dice que en este momento soy su mejor traductor en el mundo; en otros momentos no lo he sido, también porque soy el que junto con el alemán he tenido más continuidad y obra.

- Por el rigor...

- Sí, además la hija de Kadaré que sabe español es una de sus más fieles consultoras literarias y lo sabe.

- ¿Qué hay de revelación, caos y vestigios en Kadaré?

- Lo que pasa es que él toca todos los palos; concibe una historia y es de tragaderas muy amplias en cuanto a los medios, desde novelas policíacas medievales o “El viaje medieval” de uno que se levanta de la tumba para cumplir con la palabra dada, pero con la estructura de una novela policíaca.

- En “Spiritus” se dice “Si la lengua albanesa no existe más que para segregar veneno, que desaparezca de una vez por todas”...

- Son juegos de Kadaré. Es una frase del director de los que buscan fenómenos paranormales. Está ironizando con respecto a los propios albaneses, un pueblo pequeño, con una lengua rarísima frente a su vecinas que se convierte en una prisión, en una barrera, en cierto modo, aunque en los Balcanes, todo el mundo entiende como mínimo dos lenguas más; eso los que no han ido a la Universidad que saben tres o cuatro y bien, algo a lo que no somos muy dados nosotros y los británicos, los que hemos tenido Imperio. Hay una sensibilidad que comparten en Serbia, Bulgaria, Hungría, donde los traductores está socialmente mejor considerados.

Autora: Alicia González (Versión íntegra de la entrevista publicada en Revista Leer en 2009)

Enlaces de interés:

Ramón Sánchez Lizarralde, la voz del albanés en España

Una mirada aa la literatura albanesa

El Huésped del Muerto "Cuentos Populares Albaneses"

Cultura de los Balcanes Srebrenica 26/03/2013

Sacar a la luz la evidencia de la muerte

Srebrenica Inferno. La mirada del dolor, en imágenes
Cultura de los Balcanes Montenegro 25/03/2013

Entidades colaboradoras:

CUMEDIAE EaST Journal FACE THE BALKANS Oneworld Platform For SouthEast Europe
(*) Bajo la resolución 1244 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
© Casa Balcanes