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  Cultura   Balcanes 22/07/2013

Viñetas de los Balcanes: Los cómics sobre el conflicto de la antigua Yugoslavia

Autor: El blog ausente

- “¿Y esto? Son comic-books...”

- “No se ría, es protección añadida. Dos o tres ejemplares paran una bala o un trozo de metralla”
Un doctor del Hospital de Dobrinja a Ervin Rustemagić (Fax From Sarajevo)

Antes de empezar conviene indicar que no es este texto un detallado análisis de los sucesos históricos. Los hechos los encontrarán mucho mejor explicados en algunas de las obras que aquí se comentan y, sobre todo, encontrarán los sentimientos generados por una tragedia bélica fraticida. También deseo que la pasión que siento por un medio, el cómic, sirva de excusa de la tragedia. Por mucho que la respuesta de muchos al conocer de qué iba este artículo haya sido: “Ah, pero... ¿Hay cómics sobre eso?”. Y tanto que los hay, y, encima, todos destacables; pero eso no significa que se pretenda reivindicar la historieta en última instancia. Preferiríamos que no existieran esos buenos tebeos a cambio de que la guerra de Bosnia tampoco.

La existencia de cómics que versen sobre las violentas guerras de secesión en la que fuera la república federal yugoslava y sus terribles consecuencias en la población civil (da igual el bando) no son una anécdota en medio de la industria del cómic. Existe toda una tradición de historietas que hablan de la vida y las miserias del ser humano, de la guerra, de la crueldad. Algunos ejemplos clásicos o recientes: el premio Pulitzer Maus de Art Spiegelman (sobre el holocausto judío), Paracuellos de Carlos Gimenez (los orfanatos de la posguerra española), Persépolis de Marjane Satrapi (la revolución islámica iraní) o el Hiroshima de Keiji Nakazawa. Tampoco debemos olvidar que cualquier tipo de cómic (o película, o libro) contiene varios niveles de lectura y lo que en apariencia es mero entretenimiento puede tener un enorme interés (sociológico, político, cultural). En términos históricos y sociales hasta el Sargento Furia y sus Comandos Aulladores tienen su interés.

Pese a ello, lo cierto es que son unos cuantos los títulos que nos transportan a los horrores de la limpieza étnica y la violencia entre vecinos que se produjo a lo largo de la década de los 90 en el corazón de Europa. ¿Por qué esta profusión?. No sirve que la zona fuera un buen marco para la aventura (la Sildavia de Tintín, la Latveria de la Marvel). Es anecdótico. En esta riqueza de títulos confluyen, al menos, dos factores: la existencia de una cultura historietística en la zona y la proximidad, no sólo geográfica.

“Bombardeos invisibles de la OTAN, cientos de miles de refugiados, dictadores dementes, avances del ejército, explosiones, propaganda, mentiras... ¡Hey! ¡Que alguien me despierte! ¡Yo lo único que quiero es sentarme a dibujar mis patéticos tebeillos!”
Aleksandar Zograf (Cómo fui bombardeado por el mundo libre)

Acomodados en nuestro sillón del privilegio económico los desarrollados países vecinos habíamos olvidado que esa zona había sido punto de encuentro de etnias, nacionalismos y religiones. El nuevo mapa tras la Segunda Guerra Mundial distrajo nuestra atención hacia otras zonas y olvidamos las disputas entre chetniks (nacionalistas serbios), ustachis (fascistas croatas), partisanos, musulmanes. Pensábamos, como buen aparte de su población, que la nueva Yugoslavia que dejaba Tito había sido un modelo válido para pacificar la zona. A principios de la década de los 80 tenían una aparente apertura democrática, una economía que permitía la existencia de una clase media como la nuestra (consumismo, televisión, fútbol, música pop), rivalizaban con España como potencia turística, y hasta se celebraban en 1984 unas Olimpíadas de Invierno en Sarajevo. Así, la cercanía física lo era también social, mental. Los yugoslavos tocaban con las manos la comodidad occidental cuando se abrió la caja de los truenos secesionista y tras la guerra serbocroata estalló la guerra en Bosnia oriental y los demonios de la sinrazón y el exterminio camparon sus anchas. Mientras, nosotros, sentados en nuestro sofá, ni reaccionábamos ni protestábamos a nuestros inermes líderes por la matanza de inocentes. Y eso que el horror no provenía de un exótico país con el que no se tenían demasiados vínculos culturales, e incluso atacaba el más sagrado de nuestros valores (y defectos): la comodidad. Nuestros vecinos de escalera pueden pelearse todo lo que quieran pero en silencio; una forma de vida ideal; pero las guerras nunca son silenciosas. Los más comprometidos, inquietos o informados protestaron. Algunos de ellos expresando su ira en un tebeo.

Los cómics sobre el conflicto de la antigua Yugoslavia

“Decía que se llamaba a sí mismo Arkan por un mago que aparecía en una tira de cómics que leía de niño”.
Aleksandar Zograf refiriéndose al criminal y genocida Zeljko Raznatović (Fin de siglo)

Otro factor del porqué de estas obras es la existencia de una cultura historietística en la zona. Se explica así que se reúnan aquí títulos de calidad realizados por croatas (Grendel Tales: Guerra de clanes), eslovenos (Fábulas de Bosnia) o serbios (Regards from Serbia) o que partan de los avatares de un editor de cómics bosnio (Sarajevo - Tango, Fax from Sarajevo).

En 1983 el fascículo número 47 de La Historia de los Cómics (Toutain Editor) incluía el texto La Historia de los cómics yugoslavos, escrito por la que era el editor yogoeslavo más relevante: Ervin Rustemagić. En este artículo explicaba cómo sus compatriotas crecieron devorando tebeos populares pese a que la mayoría eran importados; destacaba a los precursores, a los que fueron sus clásicos del periodo de entre guerras y finalizaba hablando de lo que entonces era una prometedora cantera de jóvenes autores. Sin ir más lejos el excelente Mirko Ilić se había convertido, por esos años, en un nombre habitual en las revistas de Toutain (1984, Comix Internacional).

Pero mejor no perder el hilo y regresar a la figura clave: Ervin Rustemagić. Nacido en 1952 en las afueras de Sarajevo, en 1972 fundó la revista Strip Art (por la que en 1984 obtuvo un premio Yellow Kid del certamen italiano de Lucca) y se convirtió en reputado editor y representante de autores no necesariamente yugoslavos. Con su agencia, la Strip Art Features, produjo obras de Hugo Pratt, Joe Kubert o Hermann y en la actualidad sigue siendo el representante de este último, ha impulsado la serie de televisión basada en Jeremiah y, por ejemplo, es el responsable de los derechos de Bonelli, la editorial de cómics más importante de Italia, para el extranjero.

“Los serbios han quemado los edificios donde estaban mis oficinas y no ha quedado nada en pié. (...) Lo orgulloso que estaba de mi original de 1956 del Principe Valiente dedicado personalmente por Foster, y de los otros doce mil originales que guardaba”
Ervin Rustemagić en un fax a Joe Kubert (Fax from Sarajevo)

La mala fortuna quiso que Rustemagić se encontrara en Sarajevo, junto a su mujer y sus dos hijos, cuando en abril de 1992 el ejercito serbio-bosnio inició la ofensiva y el asedio a una ciudad emblemática y moderna que quedó incomunicada y era bombardeada con asiduidad mientras los francotiradores chetniks llenaban de terror sus calles. Así, un agente de autores consagrados del mundo del cómic vivió buena parte del horror de una urbe sitiada: hambre, bombardeos, miedo por su familia, pánico. Un hombre normal, con una vida rica y fructífera (que casi desconocía su pertenencia a la etnia musulmana de Bosnia) viendo como todo se desmorona a su alrededor de la peor manera posible.

Ervin Rustemagić gritó, fuerte y de la única manera que podía hacerlo. Su aparato de fax se convirtió en un objeto muy preciado, su vínculo con el exterior y la única forma de expulsar los demonios (que ni eran suyos ni interiores). Cada vez que encontraba una línea de teléfono útil lo aprovechaba para enviar faxes a sus amigos; y así autores de la talla de Hermann o Joe Kubert se convirtieron en testigos casi director al recibir con regularidad testimonios de primera mano de un amigo aterrado tras una muralla de muerte y destrucción. Hicieron lo imposible para sacarlo de allí y expresaron su rabia como mejor sabían: con tebeos.

Fuente: Artículo cedido por El blog ausente (© Todos los derechos reservados)

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