A los cuarenta quizá los pantalones de cuero que vestías de joven 
      puede que te queden un poco marcones, puede que haya dejado de gustarte 
      la música rayante que antes ponías a todas horas, puede que incluso 
      vivas en otro país. Si no es así tal vez haya una oportunidad para ti, 
      sobre todo si rascando el bolsillo sólo le sacas lustre y si el pasado 
      viene a visitarte en forma de propuesta que no debes rechazar. Ése es 
      justamente el arranque de esta historia en la que Mirsa, un ex-cantante 
      de punk que curiosamente no se ha marchado aún del nido materno, se 
      lanza a resucitar la banda de música que lideraba en los años de la 
      gloriosa Yugoslavia. El tentador ofrecimiento le llega curiosamente de 
      un amigo albanés que le propone uno de esos conciertos de viejas glorias 
      que se reúnen para revivir los éxitos pasados y conseguir fondos para 
      una ong de la parte albanesa de Macedonia.En realidad, la cinta de 
      Vladimir Blazevski podría leerse en clave del necesario reencuentro que 
      algún día se producirá dentro o fuera de las fronteras de la UE de las 
      que fueran repúblicas constituyentes de un proyecto común, porque en su 
      viaje al pasado Mirsa con su ex-novia Nina y su amigo Ljak inicia un 
      camino de vuelta a un mapa sin aparentes fronteras que los conduce a 
      Serbia, para traerse de las orejas al cantante, Zuti, y Bosnia, donde 
      vive Pasha, integrantes de la banda anarquista, a los que tendrá que 
      convencer quince años después de que se separaran.
    
El caos surge cuando los organizadores del evento deciden que Dibra, ese pueblecito de la Macedonia albanesa no está de moda, no da la imagen fresca que buscan y trasladan el concierto a Kosovo que sí es actualidad o al menos no da esa sensación de pobreza asociada a la antigua república yugoslava en permanente conflicto con Grecia por su designación oficial como país. Como en cierto sentido los propios ciudadanos de la antigua Yugoslavia, los personajes de este casi cuento al retirarles el apoyo el patrocinador -léase un Estado paternalista donde se sentían cómodos y protegidos, a salvo de las inclemencias de decidir- deben aprender a enfrentarse solos al futuro que ellos toman por el cuello, montando su propio concierto. Son los hijos de Bandiera rossa y claro, del género de la provocación por antonomasia, el punk, y la modernidad no está preparada seguramente para escuchar ciertos mensajes poco políticamente correctos. El linchamiento no se hace esperar. ¿Habíamos dicho que los músicos son antifascistas? Si, ¿verdad? Pues de ahí vendrá su siguiente problema, cuando sean recibidos por un grupo de violentos skins poco dispuestos a entender esa multiculturalidad que supone tocar para el enemigo, para esos albaneses que se quieren quedar con nuestras tierras, llevarse nuestro dinero, violar a nuestras mujeres -o convertirnos en lacayos como Mirsa que antes de su odisea musical pasa la droga de un camello albanés, Gzim- y todos esos argumentos tan habituales en los ultranacionalistas de cualquier país. Ahí es donde la película adquiere tono de fábula pues, la paliza acaba a los pies de la Cruz del Milenio en Skopje, en alusión a ese sentimiento de pérdida que ante las incertidumbres de los descalabros de la libertad lleva a más de uno a echarse en brazos de la religiosidad, ahora que la sociedad los aparta una y otra vez.
El punk no ha muerto, la autoridad sigue manteniendo firmes las riendas de las vidas de la gente, aunque tal vez los protagonistas sí se sientan como si alguien les hubiese robado una oportunidad con tanta adaptación a unos cambios en los que quizá nadie les preguntó si querían participar y que no están siendo todo lo benévolos que la deseada independencia prometía: la corrupción fuertemente burocratizada del Titismo ha sido suplida por prácticas irregulares en democracias que no terminan de romper lazos con el crimen organizado, una falta de transparencia de la que ni siquiera escapan las entidades del tercer sector.
Para los que estén en Francia, sólo decirles que se exhibirá los próximos días 4 y 5 de septiembre dentro del Festival internacional de cine de Nancy-Lorraine.
Os dejamos con el trailer de la película para ir abriendo boca
             
            
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              País: Macedonia-Serbia.
             
            
              Año: 2011.
             
            
              Duración: 104 min.
             
            
              Género: Tragicomedia.
             
            
              Reparto: Jordan 
              Simonov, Flora Dostovska, Kiril Pop Hristov, Viktor 
              Lazarevski, Jovica Mihajlovski, Toni Mihajlovski,
             
            
              Emir Redzepi, Jordan Simonov, Kamka 
              Tocinovski, Vladimir Tuliev.
             
            
              Guión: Vladimir Blaževski.
             
            
              Producción: Punk Film, VitaGraf.
             
            
              Fotografía: Dimo Popov.
             
            
              Música: Aleksandar Pejovski.
             
            
              Dirección: Vladimir 
              Blaževski.
             
            
              Premios: East of West Award en el Festival internacional 
              de cine de Karlovy Vary, mejor película de los Balcanes en el 
              Festival internacional de cine de Sofía, Media Award en el 
              Festival de cine de Tirana (2011)
             
            
              Enlaces de interés:
             
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