Llegar, encontrar el lugar adecuado y a la persona adecuada. Ginette
da las claves de cuáles son las preguntas que perseguir, los sitios de
los que no hay que alejarse, porque forman parte de nuestras
fotografías, salvo que queramos quedarnos anclados en las vidas de
otros. Estambul es ciudad de acogida para personajes como Berti, con
secretos que legar y miedos por afrontar, gestionados desde los
callejones del silencio en ocasiones como haces esa gestora familiar que
es la tracia Madame Roza, que carga con la tarea de ser la protectora a
costa de su agotamiento prematuro como si hubiera venido de Edirne,
buenas madres y esposas, muy distintas a Madame Eleni, desnuda por la
casa.
Cruces de vidas venidas desde puntos tan dispares como Riga, buscando ese cuento de Alejandría como hace la tía Olga, para concluir que hay que aprender a abandonar, resistir y perder. Novela saga de recuerdos de una familia desde el Imperio Otomano a las postrimerías del golpe militar, conviviendo en un mismo cuerpo, relato que huele a alubias con pescado, licor de guindas y al acento de esa lengua sefardí de Levi que nos templa un baño en casa de Halicioglu o esa postal escrita en armenio.
Estambul era un cuento. Mario Levi. Traducción de Pablo Moreno. Círculo de Lectores. Barcelona, 2013. 680 páginas