CASA BALCANES
  Actualidad   Knjacevac 03/08/2013

Un horno caldea la cooperación hispano-serbia

Entrevista con Lourdes Girón, investigadora gaditana de etno-arqueología
“Conocemos bien la zona del praefurnium, donde se mete la leña, pero de ahí hacia arriba no lo sabemos nada”. Por eso el año pasado Lourdes Girón, investigadora de la Universidad de Cádiz, se marchaba a Serbia, un país donde como nos cuenta “aún hay muchos alfareros tradicionales, para conocer de primera mano cómo trabajaban”. Allí contactó con el director del Museo de Ravna, Srbislav Djordjević, que llevaba también años proyectando construir la reproducción de un horno romano, porque durante los veranos organizan cursos de cerámica tradicional a los que asiste uno de los alfareros más famosos del país. Y de esa coincidencia de intereses surge el proyecto de este horno, cuya clave reside “sobre todo levantar de la cámara de combustión hacia arriba, algo que no conservábamos en los restos arqueológicos y para lo que tenemos que utilizar la etno-arqueología, y así realizar una hipótesis lo más fehaciente posible”.
Ante nuestro desconocimiento le preguntamos si no se conserva un horno semejante en ningún otro yacimiento, a lo que Lourdes nos explica que “hay muchas hipótesis; hay intelectuales y catedráticos que te dicen que no estaba cubierto, mientras que hablando con alfareros aseguran que esa disposición es una pérdida de calor y que eso no es posible, porque se consumiría muchísima más madera, cuando lo que se intentaría es economizar”. Hipótesis que ella misma ha podido comprobar sobre el terreno, manchándose las manos en el trabajo de campo y sobre todo, observando: “Hay que echar muchísima leña. Yo me he dado cuenta ahora y lo que hemos hecho en Serbia no ha sido más que precalentar el horno con maderas de los formaletes para hacer la cúpula. En realidad no hemos hecho todavía la cerámica: eso será el año que viene y las piezas se mostrarán en una exposición en el Instituto Cervantes de Belgrado”.
Todo un descubrimiento que ha quedado mitigado por los rigores del verano y la actualidad que devora las noticias de alcance y olvida el trabajo silencioso de la ciencia, por mucho que hallazgos como éste supongan una línea de investigación nueva. “Para empezar probamos que los hornos romanos podían tener perfectamente la cubierta permanente; con eso queremos probar las diferentes cocciones que se pueden realizar en los mismos hornos ya sean cocciones oxidantes o reductoras, en las que la pasta se vuelve “viva” -no es que esté mal cocida sino que servían sobre todo para elementos de cocina, por ejemplo-. Es decir, en un mismo horno tapando la chimenea de respiración se podía cocer de una manera o de otra”.
Para quienes desconocen el pasado romano, incluso imperial de Serbia irse al país balcánico puede parecer un sinsentido. En este caso las sinergías de los investigadores jugaron un papel decisivo: “Llevo ya años investigando, pero en 2010 hago el primer congreso internacional sobre estudios cerámicos, en homenaje a Mercedes Vegas, y ahí es donde conozco a Biljana Djordjević que actualmente es la subdirectora del Museo Nacional en Belgrado. Ella es sobre todo etno-arqueóloga y trabaja sobre la cerámica tradicional de Serbia. Me interesó muchísimo y en 2011 hicimos una conferencia internacional en Serbia sobre los procesos productivos cerámicos desde un punto de vista sobre todo etnoarqueológico y desde la arqueología experimental. Es ahí cuando entramos en contacto y en 2012 estoy más tiempo en una estancia de varios meses y conozco de primera mano la alfarería tradicional algo que, todo el que estudia la cerámica romana o de la antigüedad de torno tendría que conocer para entender mucho mejor los procesos”.
La impaciencia por ver los resultados, no es hermana de la investigación: aunque no hayan reproducido piezas los resultados les da una idea más que aproximada de cómo funciona, a lo que se suma el gusto de poder encenderlo y oler el humo… Lourdes Girón sabe que el proyecto va a requerir un segundo viaje para hacer las reproducciones arqueológicas, a pesar de que el horno se ha realizado en tiempo récord, prácticamente en dos semanas y media. Ya cuando tengan entre sus manos las reproducciones arqueológicas que expondrán diseñarán una exposición en la que se aprecie “cómo países tan distantes para la alfarería tradicional hay muchas cosas que se unen”.
Picados nosotros por la ansiedad le preguntamos cómo fue el momento de poner esa última piedra, darse cuenta de lo que significaba ese trabajo tan manual. Lourdes deja por un instante de ser la doctoranda y sonríe al recordar: “La verdad es que fue increíble, porque no nos lo creíamos, porque además estuvimos con los tiempos muy, muy justos y claro, no fue poner la última piedra, porque después teníamos que rellenar la zona, el techo de la chimenea de arena en la parte de afuera. Entonces, el último paso es repellar con barro y paja tanto la cámara de combustión como el Praefurnium donde se colocan las piezas. Eso fue ya el último día y al terminar aquello estábamos todos pletóricos, porque no sabíamos si iba a dar tiempo: tuvimos que ir a buscar piedras a un río, porque ya no había piedras y era estar en un ay y pensar que lo teníamos que dejar terminado. Nos fuimos a la ciudad más cercana Knjaževac –nos dice, o algo que se pronuncia así-, y nos tomamos unas cervecitas para celebrarlo merecidamente”.

Las primeras cocciones
Para el año que viene en torno también a estas fechas, quizá un poco antes verán salir del horno esas reproducciones cerámicas. “Fui a hablar con el director del Instituto Cervantes y nuestra intención es dejarlo todo preparado antes de un año, con las fases muy bien definidas y eso lleva también un proceso, porque no es sólo hacer las piezas y meterlas en el horno, sino que hay que esperar lo que se llama en alfarería el punto de oreo, pues la pieza tiene que secarse un poco para que se pueda cocer. Además tienes que jugar mucho con el tiempo climatológico que hace allí, porque no es lo mismo que una pieza se te seque en Andalucía con un sol y una temperatura que permite secarla que muy pocos días, que el que esté lloviendo e incluso haga frío, lo que es un poco atípico”. Nos aclara este extremo, porque aunque la temperatura en verano en los Balcanes sea muy similar a España, pese a que todo el mundo piense en los Balcanes como en un lugar de montaña, agreste y frío, en esta ocasión se han encontrado con que el tiempo no cooperaba con sus labores. No obstante, la climatología adversa ha sido el único inconveniente, porque la relación ha sido tan buena que pretenden continuar en el futuro con el intercambio. “Milena Milosević, del museo de la ciudad, se ha quedado muy contenta con nosotros y nos ha dicho que quisiera colaborar con nosotros. En principio vamos a terminar esto, vamos a ver cómo resulta y si salen nuevos proyectos pues estupendo”.

Una investigadora a pie de obra
Viendo las imágenes en las que Lourdes coloca los ladrillos y dobla el lomo como el que más uno se pregunta si es lo habitual en el aséptico mundo de la universidad. “Después de haber entrado en este mundo entiendo muchísimo mejor las cosas y hay una diferencia abismal entre la teoría y la práctica, sobre todo en el mundo de la alfarería. Por desgracia muchísimos profesores no cuentan con esa experiencia.Consultar con alfareros y hacer el horno te permite interpretar muchísimo mejor los restos arqueológicos que me encuentro. He ido viendo las diferentes fases de su construcción, así que puedes identificar las diferentes etapas del objeto cuando lo excavas o cuando lo estudias”.
Un desfase de conocimiento práctico que seguramente puede significar pisar algún callo… “Voy a presentar mi tesis y creo que va a tirar un poco por tierra muchas pautas de gente con renombre. Tampoco he hecho nada del otro mundo, pero es algo que te da una visión que no adquieres en la clase teórica y eso es una metodología que no está muy desarrollada en España como en otros países como EEUU, Francia, Inglaterra”. La prudencia y el afán de conocer hacen que Lourdes sea precavida con la acogida de sus hallazgos: “Por ahora no he recibido ningún comentario negativo, lleva muy poco tiempo la noticia, además ha sido en verano, pero espero que surjan y sea con una base crítica, porque al final eso es lo que te permite investigar y hacerlo bien, porque tampoco queremos que nos digan categóricamente que tenemos la razón absoluta, tampoco es eso. Hemos intentado hacer bien la parte de arriba [del horno], y es una hipótesis que tenemos que demostrar con una serie de estudios arqueológicos de hornos tradicionales… Pero si ya hay quien te dice simplemente que el horno no tiene la cubierta permanente, cuando cualquier alfarero te asegura que para alcanzar los 1.000-1.200 grados habría que emplear el doble de leña”.

Desminando el terreno de prejuicios
Como toda persona que se aproxima a los Balcanes, la primera reacción de su entorno fue la de cierta reticencia: “la gente me decía ¿pero te vas a ir a Serbia?, ¿ no te da miedo? A lo que yo respondía, ‘hace tiempo que terminó la guerra’. (Se ríe)”. En ese sentido quisiera agradecer a Biljana Djordjević que también fue un poco allí mis pies y mis manos”. Lourdes Girón ha tenido que aprender un poco de serbio, chapurrear lo suficiente como para manejarse, “aunque también por gestos nos entendíamos muy bien. Tenemos que agradecer a Ana Đuričić que habla perfectamente español que haya sido nuestra traductora allí, porque con el tema de los materiales y otras cosas en inglés era difícil entenderse, porque había que hacer muchas puntualizaciones”. El éxito de la investigación, la buena disposición de las gentes que los acogieron abren las puertas a nuevas colaboraciones: “Por mí sí, la verdad porque no ha habido motivos para decir me voy y no quiero saber nada más, de hecho con Ana vamos a colaborar, porque para 2014 y 2015 vamos a realizar el tercer congreso internacional sobre temas cerámicos y ella se encargará de la parte de los Balcanes, haciendo una mesa redonda. Vamos a estar en continuo contacto en futuros proyectos”.
Así que nada de reticencias entre equipos de países tan dispares: “Intentamos no tener ningún prejuicio y Jesús Padilla que también es un gran investigador tampoco los ha tenido, porque no por ser de un país o de otro vas a hacerlo mejor. Y no por ser de EEUU vas a ser un gran investigador y porque seas de España o de Serbia ya eres malo. Lo tienes que demostrar con tus investigaciones y con tu trabajo. Al menos así me lo enseñaron a mí desde que comencé prácticamente a gatear en el mundo de la arqueología, a demostrar las cosas con un trabajo constante”. Quizá la imagen de un investigador español no se ajustaba a lo que podían pensar en Serbia… “Habría que preguntárselo a ellos en Ravna. Quizá había más prejuicios por ser jóvenes investigadores que por la procedencia, porque tenemos treinta y pocos años y quizá esa inexperiencia les pudo hacer dudar un poco en un principio, pero creo que les hemos demostrado que hemos sido capaces de hacer el horno, pero también porque estaba allí, José Valdearcos Martín, maestro albañil y experto hornero de hornos tradicionales de Bailén y eso fue fundamental”.

Autora: Alicia González
Os dejamos con unas imágenes del trabajo de campo realizado por este equipo en el que han cooperado investigadores españoles y serbios

Enlaces de interés:
Actualidad de los Balcanes Eslovenia 30/07/2013
Actualidad de los Balcanes Albania 31/07/2013

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